La poesía es un andar pestañeando de una ventana hacia lo desconocido, un portal. La poesía es el tintineo sagrado que destruye la lógica mientras sueña con los espirales de Fibonacci.[1] Por ejemplo, hay una forma poética llamada FIB. Esta forma consiste en poner atención a las sílabas de cada línea porque: “el número de sílabas en cada línea deben ser iguales a la suma de sílabas en las dos líneas previas” y así per infinitum. Ver en inglés la siguiente referencia: Lewis Turco, The Book of Forms: A Handbook of Poetics (Hanover, NH: University Press of New England, 2000),…